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domingo, 29 de septiembre de 2024

Segundas partes a veces son mejores

El progresismo es un movimiento que va más allá del campo de la política y que en muchas ocasiones la gente intenta suscribirse a él con el objetivo de ser mejor visto por la sociedad. Esto es así debido a la tendencia de marcar otro camino distinto de lo establecido y así tratar de lograr sobresalir entre la masa. La juventud encarna habitualmente este tipo de movimientos y también adultos que afrontan el paso de los años sin renunciar a sus tiempos “mozos”. Sin embargo, es todo un espejismo cuando uno se pone a analizar como realmente la sociedad es siempre reacia a cualquier cambio o propuesta que se sale de lo convencional. Esto se produce por el control de quien maneja el discurso en el presente y se dedica a proteger aquello que le ha dado voz y notoriedad. Así discursos catastrofistas y alentadores del fin del mundo tal y como lo conocemos empiezan a calar en la sociedad, desconfiando esta de las nuevas tendencias, ideas, propuestas o incluso tecnologías.

En línea con esto podemos mirar al pasado y ver el destino de mentes independientes que llegaron a romper con lo establecido para tratar de brindar un sólido progreso a la humanidad. Sin ir más lejos Nikola Tesla a principios del siglo XX desarrollando el primer motor de jaula de ardilla y la corriente alterna, todos ellos inventos que consiguieron vencer al conservadurismo de Thomas Edison y el poder de las energéticas ante el objetivo de dotar de energía a toda la Tierra utilizando la magnetosfera. Sin embargo, ¿dónde acabó Nikola Tesla, dónde acabó Trevithick frente a Stephenson?... En efecto, ambos en la más abyecta indigencia por haber tenido el coraje de intentar cambiar el mundo a mejor y enfrentarse a quienes dominan el relato de sus respectivos tiempos.

Todas estas gestas desesperantes dan para ríos de tinta y muchas la historia ya se ha encargado de borrarlas. Otras por su parte aún perviven en ciertos libros y memorias de las gentes como puede ser el caso de la ya tratada implementación de las turbinas de gas en automoción, otros diseños que mejorasen los motores de pistones o incluso la ruptura con el concepto de pistón tal y como se conocía. Así, el desarrollo de motores rotativos encarna precisamente este último aspecto con su concepto rompedor e innovador frente al motor de pistones convencionalmente aceptado en la industria. Se vislumbra por tanto una lucha encarnizada de esta nueva idea por abrirse hueco en una sociedad conservadora, reacia a los cambios y que pregona ser progresista.

Las aplicaciones de los motores rotativos han sido muy variadas desde su concepción. A la izquierda puede verse un diseño epitrocoidal con 4 lóbulos y un rotor de 5 puntas utilizado en un torpedo soviético. A la derecha puede verse la portada de una revista en la que aparece una lancha con un motor fueraborda de 4 rotores y 300 caballos de potencia.

Con gran dificultad y con mucha publicidad llegaron los motores KKM de NSU a implementarse en el mundo aeronáutico gracias a Curtiss-Wright a finales de los años 50 e incluso consiguieron traspasar el telón de acero para ser utilizados con una nueva configuración epitrocoidal en la URSS. En el campo de la industria naval también intentó poco a poco abrirse paso en los años 60 especialmente en lo que a lanchas de recreo se refiere, pero todo esto no era el objetivo primordial de su mayor fabricante. De esta forma, el sector de la movilidad terrestre y en especial el automóvil eran realmente el objetivo diana de esta tecnología.

Aunque todo lo mencionado parezca mostrar un ambiente de gran aceptación de estos motores, la realidad de ello era muy diferente. Como el resto de ideas rupturistas le tocó pasar por toda una odisea de acusaciones y de errores propios de una tecnología en ciernes frente a un motor de pistones con casi un siglo de vida en los años 60 del siglo XX. Incluso no siendo esto suficiente alguien debería de pagar el pato de ser el primero en lanzarse a la piscina y pelear por tratar de marcar una tendencia frente a lo establecido. Así, la primera empresa en desarrollar los primeros motores KKM, NSU, se convirtió en un conejillo de indias como no podía ser de otra manera.

El salto al vacío de NSU

Tal y como se pude observar a través de los distintos intentos de implementación de nuevas tecnologías en automoción, las primeras fases siempre pasan por la utilización de algún modelo de prueba que es analizado en condiciones reales por parte de un selecto grupo de usuarios. El Chrysler Turbine es quizá uno de los mejores ejemplos de ello y supuso un testeo muy acertado para conocer las debilidades de las turbinas de gas en el día a día. Así, se conseguía no dañar de forma seria la reputación de todo un gigante como Chrysler Corporation.

Otra de las alternativas a las que se ha recurrido en varias ocasiones es implementar dichas innovaciones en un modelo de una marca subsidiaria de la principal marca de un grupo, como podía hacer GM con Oldsmobile o Fiat con Autobianchi. Sin embargo, a pesar de estas alternativas NSU necesitaba ganar un espacio en el mercado que la permitiese asegurar sus ventas y carecía de una fuerte solidez como marca para sacar algún modelo de serie limitada que contase con sus nuevos motores KKM sin acabar así con su reputación. A su vez, esta pequeña marca de Neckarsulm no contaba con ninguna otra marca que la permitiese depurar fracasos sin afectarla, a diferencia de la mencionada Fiat con la que otrora mantuvo relaciones comerciales.

Dada esta difícil situación a NSU solo la quedaba tirarse al vacío directamente con la presentación del Wankel Spider, que se convirtió en 1964 en el primer automóvil con motor rotativo en salir al mercado. Con una carrocería y chasis heredados del Sport Prinz de 1958 el grupo propulsor se pudo colocar en la parte trasera en posición longitudinal y alcanzando el roadster los destacables 160 Km/h de velocidad punta. Sin embargo, aunque las prestaciones y la carrocería eran bastante atractivas despertando buenas impresiones, los problemas en su innovador motor rápidamente empezaron a aflorar como ya la propia marca intuía.

El NSU Wankel Spider se convirtió en 1964 en el primer automóvil con motor KKM en salir al mercado debido al retraso de las primeras unidades del Mazda Cosmo hasta 1967. En la fotografía izquierda puede verse el Prinz III que se tomaba como base y la colocación en posición trasero longitudinal del motor con el radiador en la parte delantera. En la fotografía derecha puede verse además el reducido espacio requerido por el motor que posibilitaba la utilización de la parte superior del compartimento a modo de segundo maletero. 

El primero de sus problemas se centraba en la baja aportación de par a bajo régimen, aspecto ya tratado en el artículo relacionado con los aspectos técnicos de los motores rotativos. De esta forma, el funcionamiento del motor por debajo de las 3000 vueltas dejaba al automóvil sin una alta capacidad de recuperar en adelantamientos o incluso arrancar en un semáforo a bajas vueltas, siendo un verdadero quebradero de cabeza para los conductores. A su vez, este problema de aportación de par se veía incrementado por la caja de cambios manual diseñada específicamente para este motor y con la que se experimentaban ciertos tirones e inestabilidades del motor en las retenciones al actuar como freno motor.

Por otro lado, en lo referido a la lubricación y refrigeración, se optó por un sistema de refrigeración por agua del estator, con un diseño específicamente creado para ayudar a evitar la dilatación de la carcasa del estator y lateral en la zona de las lumbreras. El rotor por su parte contaba con una lubricación por aceite del engranaje excéntrico y también se encargaba de refrigerar al mismo. A su vez, la implementación de un radiador de agua en la parte delantera del vehículo ayudaba a la refrigeración del estator y un intercooler de aire-aceite se encargaba de hacer lo propio con el aceite del rotor. A priori todo parece apuntar a que el diseño de ambos sistemas facilitaba un control eficiente de la temperatura en el grupo propulsor, pero el problema estaba ligado a la refrigeración por aceite. Dicho sistema funcionaba de tal forma que parte del aceite permitía lubricar los contactos de los sellos de punta con el estator y por tanto la porción utilizada en ello del lubricante acababa mezclándose con la mezcla y combustionando en el motor.


A la izquierda puede observarse una imagen seccionada del KKM 502 en la que puede verse el sistema de refrigeración por agua del estator y el sistema de aceite lubricante-refrigerante del rotor con su propio radiador aire-aceite colocado en la parte trasera del vehículo. Este diseño contaba con la desventaja de no reducir lo suficiente la temperatura del aceite al encontrarse en la parte trasera del vehículo. Debido a ello el rotor se encontraba peor refrigerado y parte del aceite además acababa combustionando con la mezcla para lubicar los sellos de punta, esto llevaba a la necesidad de mantener el nivel de aceite correcto en todo momento no solo por la lubricación sino también por la refrigeración del rotor. En la fotografía de la derecha puede verse la limitación de revoluciones máximas del motor a 6500 vueltas para evitar un desgaste prematuro de la carcasa del estator y los sellos.

Debido al diseño de los sellos de punta del rotor heredados del DKM 54 se decidió limitar la velocidad máxima de rotación del KKM 502 con el objetivo de evitar un desgaste prematuro de dichos sellos y de las paredes del estator. Este aspecto motivó una mayor reducción de la elasticidad del motor, pero aun con ello el desgaste provocado por los sellos seguía sin evitarse. Así, con menos de 50 mil Km los nuevos Spider requerían de un reemplazo de dichos sellos de punta y laterales al producirse una pérdida de compresión importante de la mezcla. Este sería de hecho el mayor de los problemas con los que NSU habría de enfrentarse, ya que suponía una fuerte inversión en los talleres de los concesionarios de la marca.

Con toda esta recopilación de defectos, en 1967 la marca teutona decide cesar la producción del Spider sin alcanzar las 3000 unidades fabricadas, de las cuales se calcula que quedan 100 aun circulando en Alemania. Aunque estas irrisorias cifras y los defectos relatados supusieran todo un riesgo para la marca, NSU conseguía su objetivo de testear sus nuevos motores en el mercado con casi 3000 vehículos sometidos a un día a día muy distinto unos de otros. Este aspecto motivó que la investigación y experiencia que brindó este modelo desvelase los problemas de esta tecnología con un gran nivel de precisión y que el siguiente automóvil de la marca pudiera contar con una base de experiencias más sólida. Era por tanto la hora de ir poniendo más carne en el asador.

NSU Ro80, cuando el futuro se convierte en el presente

Con la llegada del año 1999 se realizó un exhaustivo análisis entre diferentes expertos en automoción sobre cuál fue el automóvil que causó un mayor impacto en el siglo XX. Entre los galardonados se encontraron el Ford T, el Porsche 911 o el Citroën DS, pero muchos otros automóviles estuvieron también en la lista de candidatos. Marcas como Lancia, Alfa Romeo o incluso americanas como Chevrolet fueron incluidas en la lista junto con la modesta marca de Neckarsulm tratada en este artículo. El motivo de dicha inclusión no era por su Spider ni por sus TT con sus motores traseros de 4 cilindros en línea, sino por la berlina presentada por NSU en Ginebra en 1967.

Con la entrada de la década de los años 60 la moda de las colas americanas en la parte trasera de los vehículos iba poco a poco desvaneciéndose, así como las lunas delanteras y traseras empezaban a reducir su convexidad en las berlinas. Todos estos detalles iban poco a poco evolucionando hacia un diseño más cuadrado de automóviles con paragolpes menos marcados y una mejor adaptación de la carrocería a la aerodinámica. Berlinas como el Lancia Flavia o el Maserati Quattroporte I marcaban una nueva tendencia desde principios de dicha década, pero ninguno de estos diseños de carrocería llegaba a romper tanto con lo establecido como el del NSU Ro80 de 1967.

La presentación del NSU Ro80 fue todo un acontecimiento en 1967. Sus líneas redondeadas con un diseño de la cabina muy aerodinámico parecían traídas del futuro al presente, tal y como evocaba el eslogan de la fotografía de la derecha. La parte delantera tal y como puede verse a la izquierda cuenta con una parrilla de diseño horizontal colocada en un frontal muy bajo que permite mejorar el Cx del vehículo de forma notable.

La berlina contaba con una luna delantera mucho más inclinada y trapecial permitiendo así estrechar la anchura del techo de la cabina con respecto al chasis. El frontal, con un morro muy bajo y muy redondeado entre proporciones muy cuadradas, albergaba una rejilla mucho más reducida en dimensiones a las de la mayoría de modelos de dicho segmento. A su vez, el frontal contaba con dos faros rectangulares horizontales que abarcaban todo el frontal no ocupado por la rejilla y que se convirtieron en los primeros faros horizontales de la historia del automóvil con todas las ópticas integradas bajo un mismo cristal. El resultado de estas mejoras implicó una muy buena iluminación.

En lo que respecta a la zaga, esta contaba con un diseño en escalón con mayor inclinación del pilar C respecto al concepto de sedán de los años 60. Además, la parte trasera contaba con una mayor redondez en las líneas y una considerable menor anchura que la zona de la cabina. Con todo esto, la aerodinámica del vehículo era extraordinaria con un Cx de 0.37 frente a los 0.45 de un coetáneo Mercedes-Benz Barraocho W114. En definitiva, el diseño de la carrocería parecía traído de los años 70 a la década de los años 60.

Por otro lado, el diseño del interior también mostraba una disposición del salpicadero y paneles de las puertas vanguardista con el empleo de elementos más cuadrados y menor cantidad de cromo, aunque en este aspecto no se distanciaba mucho de los avances de la competencia. El diseño del chasis por su parte contaba con grandes avances en la línea de la seguridad pasiva, ya iniciada por Béla Barényi en la década anterior con los Mercedes Colas W111. Las zonas de deformación programada en la zaga y en el frontal eran muy avanzadas y gracias al reducido espacio del motor y la tracción delantera la deformación del chasis era mucho más efectiva que en las berlinas de la marca de la estrella.


La primera carrocería de turismo con deformación programada que salío al mercado fue la del Mercedes Colas W111 220 en 1959, tras varios años de investigación con su antecesor. A pesar de los esfuerzos de la marca de la estrella gracias al asesoramiento de Béla Barényi, considerado uno de los padres de la seguridad pasiva, el Ro80 debido al reducido espacio de su motor y su tracción delantera contaba con las mejores zonas de deformación del mercado tal y como puede verse en las fotos. A la izquierda el tercer volumen ha desaparecido con el doblaje del capó del maletero que evita la rotura de la luneta trasera. A la derecha el motor y la transmisión se han descolgado arrugándose todo el frontal para absorber la energía. En este último caso puede verse además como el maniquí no ha sufrido lesiones graves en las piernas gracias al descuelgue del grupo propulsor.

Por si todos estos detalles fueran pocos, el verdadero punto disruptivo del vehículo se encontraba en su grupo propulsor que como no podía ser de otra forma contaba con un motor rotativo. La marca teutona había aprendido de sus errores con el Spider y una de las soluciones pasaba por la implementación de una nueva caja de cambios semiautomática que permitía eliminar los tirones e inestabilidades al utilizarse en modo freno motor, gracias a la acción del convertidor de par. El motor por su parte había evolucionado del KKM 502 a una nueva disposición de dos rotores con 497cc en cada rotor bajo la designación KKM 612.

Gracias a dicho nuevo grupo motriz, el Ro80 alcanzaba los 115 caballos de potencia a 5500 rpm con un par máximo de 159 Nm a 4500 rpm. Unas cifras más que respetables en una berlina de su segmento en 1967 y que unido a su buen coeficiente aerodinámico la permitían alcanzar los 178 Km/h de velocidad máxima. Sin embargo, a pesar de estos buenos datos se ha de hacer hincapié en la alta cercanía entre los puntos de potencia y par máximo. Dicho aspecto motiva una reducción considerable de la elasticidad del motor que se veía aún más lastrada por la caja de cambios semiautomática. Así, parece deducirse que el nuevo motor no conseguía cumplir con todas las expectativas impuestas por la propia marca, pero el desarrollo y las mejoras del nuevo birrotor se centraban realmente en otro ámbito más ligado a los avances aportados por Comotor.

A la izquierda puede observarse el interior del Ro80 en el que los paneles de las puertas y el salpicadero cuentan con una mayor cantidad de plásticos, en línea con la moda que se daría en los años 70. También puede verse la utilización de acolchado en el contorno de todo el salpicadero como en los modelos de Mercedes de esa misma época con el objetivo de mejorar la seguridad pasiva. A la derecha puede verse una foto del trirrotor KKM 619 desarrollado con el objetivo de ampliar superiormente la gama del Ro80 con una motorización de mayores prestaciones, alcanzándose así los 150 caballos y mejorándose la curva de par motor. Este motor no llegó a montarse en ningún vehículo de la marca debido a las reticiencias que puso el grupo Volkswagen a NSU.

Comotor y la primera fábrica de motores rotativos

Paralelamente al desarrollo y evolución de los motores rotativos en NSU en los años 60, otras marcas empezaron a mostrar interés en esta nueva tecnología. Este es el caso de empresas como Rolls Royce que llegó a desarrollar una generación de motores rotativos de mayor compresión que los de NSU y que podían funcionar con gasoil. Por su parte, otras empresas como Toyo Kogyo si recurrieron a seguir la línea marcada por los teutones y sobre todo absorber toda la información y experiencias de la marca de Neckarsulm. Sin embargo, entre todas ellas, la que mayor unión mantuvo con NSU fue Citroën, tal fue dicha unión que juntas crearon una nueva joint-venture bajo el nombre de Comotor con sede social en Luxemburgo.

Rolls Royce, al igual que la alianza AMC-Renault, fue de las pocas empresas que optaron por salirse del tiesto en cuanto a los desarrollos y tendencias de NSU. Como puede verse en las imágenes la marca británica desarrolló un motor rotativo con la misma disposición que el de NSU, pero con dos grupos rotor-estator en el que uno de ellos contaba con una menor dimensión con el objetivo de incrementar la compresión del grupo de mayor tamaño. Gracias a dicho aumento de compresión se conseguía recurrir a un encendido sin chispa y la utilización de gasoil como combustible. A pesar del interés puesto inicialmente en esta tecnología, la crisis del Yom Kipur llevó al traste el proyecto de utilización de estos motores en el campo militar, pasando toda esta aventura a formar parte de la historia.

Aunque esta unión venía forjándose desde principios de la década con Comobil en Ginebra, la consagración de Comotor en 1967 fue la culminación final de ambas marcas con el objetivo de desarrollar motores rotativos a escala mundial para cualquier campo de aplicación. De esta forma, motos de agua, motos de nieve, motocicletas, helicópteros e incluso motosierras se vieron beneficiadas por la creación de esta nueva empresa a principios de los años 70. Se estaba consecuentemente asentando la idea de que los motores rotativos iban a ser el futuro y que remplazarían a los menos eficientes motores de pistones en aplicaciones no estacionarias.

En línea con todas estas expectativas Comotor compra en 1969 una parcela de 850 mil m2 en Altforweiler, ciudad de la región del Sarre alemán, con el objetivo de montar allí su primera fábrica. Todo apuntaba en la dirección correcta y se había planteado una cifra de 1000 motores de fabricación diaria, pero los problemas empezaron rápidamente a aflorar… Con la necesidad de mejorar la liquidez y las expectativas de la pequeña marca del Neckar, los directivos de la empresa y Autounion AG llegan a un acuerdo de fusión el 21 de agosto de 1969. Dicho acuerdo entre ambas marcas suponía para NSU la entrada de Volkswagen en su accionariado y los primeros pasos para la creación de un nuevo gigante automovilístico en Europa.

Así, en línea con dicha expansión de Volkswagen se crea ese mismo año la Audi NSU Autounion AG, que sigue hoy día en activo con la misma denominación bursátil. NSU empezaba a ver con mucho entusiasmo el aval y los recursos económicos con los que contaba, pero lo que no sabía era el enorme control que VW iba a tener sobre ellos. Esto se producía precisamente por la difícil situación de crecimiento con la que contaba una marca que vivía prácticamente del éxito de un modelo, el escarabajo. Necesitaba por tanto ir con pies de plomo en toda su expansión, ya que podía alcanzar la gloria a costa de la tecnología de las marcas con las que se fusionaba o bien hundirse hasta la bancarrota si dicha innovación acababa siendo un problema financiero.

Tras el análisis de mercado del Citroën M35, al ser este únicamente suministrado a un selecto número de clientes de la marca de los chevrones, el siguiente modelo en salir al mercado con motor rotativo fue el GS Birrotor. Al igual que el M35 contaba con la novedad de la disposición transversal del motor tal y como se ve en la fotografía izquierda, pero en esta ocasión se trataba de un birrotor de 107 caballos. Dicho propulsor era fabricado por Comotor en su fábrica de Altforweiler y gracias a la alta calidad y precisión de sus mecanizados se convirtió en el rotativo de mayor fiabilidad a comienzos de los años 70. En la fotografía de la derecha puede verse una imagen de dicho motor, el cual, al igual que el KKM 612 del Ro80, contaba con una caja semiautomática.

Conocido por tanto dicho miedo y cautela de VW, pronto empezaron a surgir en cuestión de semanas problemas con la expansión que tanto necesitaba NSU y que pasaba inevitablemente por la recién nacida joint-venture de Comotor. Poco a poco fueron pasando las semanas y VW seguía dando largas a Citroën para la construcción de la fábrica en el Sarre y al final Michelin, dueña de Citroën, tuvo que hacer frente a la totalidad de dichos gastos de construcción. Para finales de 1969 la fábrica echaba a andar, pero la financiación fue tan reducida por culpa de lo comentado que la producción no superaba los 100 motores al día frente a los 1000 propuestos a principios de año.

A pesar de todos estos problemas que se desarrollaron en cuestión de semanas, Citroën fue capaz de desarrollar una fábrica que contaba con una gran precisión, automatización e innovación en los procesos de mecanizado con control numérico. Tal era el nivel de calidad de los motores fabricados por Comotor que los KKM 612 desarrollados en el Sarre contaban con menos problemas de estanqueidad que esos mismos motores fabricados en Neckarsulm. En definitiva, la fábrica de Altforweiler se convirtió en una de las más modernas y precisas de toda Europa en 1969.

Fruto de los problemas comentados con VW, la relación entre NSU y Citroën empezó a enfriarse y como la teutona no colaboró económicamente en la nueva fábrica, la totalidad de los motores desarrollados por Comotor fueron a parar a vehículos de Citroën. Parece por tanto que todo eran malas noticias para el Ro80 y sus problemas de estanqueidad. Sin embargo, Volkswagen estaba decidida a no terminar de cerrar la puerta a este motor que encarando los años 70 empezaba a ganarse la sonrisa de muchos fabricantes. Así, NSU obtuvo una importante financiación para mejorar sus máquinas de mecanizado, estrechar sus tolerancias e incluso implementar un nuevo tipo de material que permitiera reducir los problemas de desgaste del estator.

La innovación y el coraje salen caros, esa sería quizá la moraleja de estas dos imágenes. A la izquierda el primer birrotor en disposición delantera transversal y además el coche contaba con la sofisticada suspensión hidroneumática de Citroën. A la derecha el primer automóvil con todas las ópticas integradas en un mismo faro horizontal que formaba parte de un diseño revolucionario y además fue el primer alemán en llevarse el premio de coche del año en 1968. Ambos vehículos terminaron su etapa comercial con una destacable fiabilidad en el motor que compartían, pero ninguno de los proyectos de sus respectivas marcas a través del Project L y Ro80 trirrotores acabó materializándose.

Aunque el diseño de los sellos de punta y laterales del KKM 612 había sufrido un cambio muy notable permitiendo mejorar la lubricación frente a los KKM 502, los problemas de desgaste debido a los sellos de punta en contacto con el espacio epitrocoidal era un problema serio tanto para Citroën en su vehículo prototipo M35 monorrotor como para NSU en el Ro80. Ambos coches se habían ganado a pulso la típica pregunta de cuantos motores nuevos llevaban cada vez que alguien veía uno por la calle. Dicho problema de fiabilidad aparecía por el enorme desgaste de las paredes del estator y la consecuente pérdida de compresión que llevaban a la necesidad de cambiar el motor por otro nuevo.

El acero de los sellos de punta era muy elástico internamente y contaba con una alta dureza superficial que le permitía aguantar el enorme rozamiento con el estator, pero evidentemente este acababa generando surcos en las paredes del estator debido a dicha alta dureza y la vibración producida por los sellos al contener cierta holgura que permitía su lubricación. Gracias a los avances en la tecnología de materiales y la aleación denominada nisil, con un 95.5 % de níquel y 4.5 % de silicio, se consiguió eliminar dichos problemas de desgaste en las paredes del estator. A su vez, la inclusión de carburo de titanio en el acero de los sellos de punta permitía mejorar la dureza de estos, pero sin superar al nisil. De esta forma, ahora era el estator mucho más duro que el sello y el desgaste en el motor se producía por tanto únicamente en el sello y no en ambos. Esto no implica ningún problema grave, ya que un sencillo cambio de los sellos por cada más de 100 mil Km permitía mantener al motor con una estanqueidad y compresión óptimas. 

En ambas imágenes puede verse la micrografía del material utilizado en los sellos de punta del rotor. La muestra de la izquierda es de un acero con una considerable proporción de carburo de titanio y níquel para conseguir dureza e inoxidabilidad en el sello de punta. La muestra de la derecha corresponde a la de un carburo cementado bajo el nombre de Ferrotic. Esta última fotografía cuenta con un mayor borde de grano que permite incrementar la tenacidad y la dureza del material, a la par que el incremento de la proporción en masa del carburo de titanio, hasta un 35%, implica un aumento de hasta un 30% en la dureza de la muestra frente a la de un acero con alta concentración de wolframio. Es importante destacar que las zonas ennegrecidas en la fotografía de la izquierda revelan la presencia de grafito para mejorar la lubricación del sello de punta, pero en el caso de la micrografía de la derecha dichas zonas revelan la porosidad del material que permite la retención de partículas de aceite en dichos emplazamientos.

Con todos estos avances, la 2ª serie del NSU Ro80 en 1970 y a su vez el nuevo Citroën GS Birrotor empezaron a contar con una fiabilidad envidiable frente a la de sus antecesores y los motores contaban ahora con sellos de punta que duraban más de 100 mil km frente a los solo 50 mil km de un Wankel Spider o un Citroën M35. Tal era la mejora experimentada que NSU empezó a publicitar como sus motores rotativos dejaban de contar con problemas de estanqueidad a través de pruebas a Ro80 con más de 100 mil Km que habían funcionado siempre a menos de 80 ºC de temperatura en el refrigerante. Lejos quedaban ya las bromas de cuantos motores llevaba ese Ro80 que veías por la calle, pero como siempre era demasiado tarde…

A pesar de las mejoras y alta fiabilidad del NSU, las ventas seguían sin remontar y la mala fama ganada de 1967 a 1969 parecía imposible de superarse con la publicidad. Citroën por su parte empezaba a tener problemas financieros después de sus tensiones con NSU y a su vez con Pardevi. A todo esto, se sumaba la crisis del Jom Kipur de 1973 para terminar de defenestrar a dos marcas en medio de un proceso de rotura del mercado. La reducción del consumo parecía por tanto la línea por la que tendría que seguir el motor rotativo, pero desde luego dada la difícil situación financiera de Citroën y el miedo de Volkswagen no parecía que dicha tecnología en ciernes fuera a contar con mejoras en dicho campo. Se hace necesario por tanto que otras marcas con menores problemas financieros puedan hacer frente a dicho reto.

A pesar de la publicidad de Audi NSU sobre la alta fiabilidad de los Ro80 de 2a serie, el daño a la imagen del modelo ya estaba hecho. En la fotografía de izquierda se publicitan las pruebas sin abrir el motor y a menos de 80ºC de temperatura del refrigerante realizadas durante más de 100 mil Km. A la derecha puede observarse lo directos que eran los eslóganes destacando que el Ro80 funcionaba y que las bromas de sacar la mano por la ventanilla para decir con los dedos cuantos motores nuevos llevaba el coche eran cosas del pasado.

De Alfa Romeo a Lada, la moda del motor rotativo

Gracias al eco internacional que suponían los avances de Curtiss-Wright y en especial de NSU, muchas marcas empezaron a desarrollar, en colaboración con los alemanes, sus propios motores rotativos. Durante los años 60 y hasta principios de la década siguiente se veía este motor como el futuro de la movilidad en lo que a turismos se refiere y nadie podía quedarse atrás. Así desde Milán la marca Alfa Romeo en 1962 empezaba a tender puentes y a colaborar con NSU con el objetivo de desarrollar sus propios motores.

Los ingenieros de las dos empresas intercambiaron regularmente información y experiencias siendo el desarrollo de los sellos de punta el principal tema a tratar. Los milaneses llegaron a probar una enorme variedad de materiales posibles desde grafito, que además es un excelente lubricante sólido, hasta incluso acero endurecido que era el material utilizado por NSU antes de empezar a utilizar el nisil y el Ferrotic. A pesar de todas las alternativas que se tuvieron en cuenta, Alfa Romeo no consiguió mejorar los problemas de estanqueidad en sus motores y el presupuesto con el que contaba la empresa en esta área tampoco era muy destacable como para tratar de mejorar dichos defectos.

Con todo ello, a finales de los años 60 el departamento experimental de Alfa Romeo había transformado dos de sus coches para utilizarlos como mulas. Uno de ellos se trataba de un Spider con un KKM monorrotor de 500cc capaz de desarrollar 65 CV y la otra era una berlina 1750 equipada con un KKM birrotor de 1000cc y una potencia de 130 CV. A su vez, en ambos casos los motores rotativos se acoplaron a la caja de cambios normal de producción del respectivo coche donante. Desgraciadamente ninguno de los dos coches sobrevivió al final del programa experimental en 1973 siendo sus motores retirados y almacenados, así como el Spider y el 1750 fueron achatarrados.


Gracias a las licencias adquiridas de NSU por parte de Alfa Romeo, los milaneses desarrollaron sus propios motores rotativos en los que puede verse a la derecha el estator y el rotor empleados en los 1750 y Spider de pruebas. El diseño de los sellos laterales y de punta es similar al desarrollado por NSU y Comotor en los KKM 612 solo que con doble sello lateral. A la izquierda puede verse el birrotor con un carburador típicamente utilizado por Alfa Romeo y la caja de cambios del modelo en el que fuese montado dicho birrotor experimental.

Otra de las marcas que llegó a acuerdos con NSU fue Daimler-Benz para la fabricación de motores rotativos de 3 y 4 rotores que fueron utilizados en el prototipo experimental C-111. Dicho vehículo fue presentado en el Salón Internacional de Frankfurt en 1969 y causó una gran impresión al contar con una carrocería de plástico y un KKM trirrotor en disposición central. El motor contaba a su vez con un sistema de doble encendido siguiendo la misma línea de investigación que llevaba Toyo Kogyo y los KKM 612 del Ro80 entre 1967 y 1969, pero además en esta ocasión se añadía un nuevo sistema de inyección directa convirtiéndolo en el primer motor rotativo de inyección de gasolina.

Con la llegada del Salón de Ginebra en 1970 la marca de la estrella presentó un nuevo prototipo del C-111 con 4 rotores y alcanzando en esta ocasión los 350 caballos a 7000 rpm y 400 Nm de par máximo a 4000 rpm. Con esta unidad se demostraba la ventaja con la que cuenta el motor KKM conforme se introducen más rotores mejorándose la homogeneidad y valor máximo del par motor. Así, el nuevo prototipo contaba con una gran elasticidad y se alejaba por tanto de dicha estigmatización de los KKM. A pesar de estos destacables datos, se hace imprescindible mencionar los problemas que tuvo que encarar Mercedes con la longevidad de los sellos de punta y laterales del rotor.

A diferencia de los avances de NSU con el Ferrotic, la marca de Stuttgart optó por recurrir a la inclusión de nitrito de silicio, el cual confiere una alta dureza al acero. El problema de este nuevo material se encontraba en su resistencia al desgaste que era inferior a la del acero con inclusiones de carburo de titanio. Esto llevó a la marca de la estrella, siempre tan obsesionada con la calidad, a realizar ensayos de dureza con bolas de acero lanzadas desde 2 metros de altura para estudiar su impacto sobre los sellos anteriormente mencionados. Dada la evidente peor dureza frente al Ferrotic, Mercedes empezó a mostrar cierta pérdida de interés en sus propios motores que habían conseguido grandes hazañas como la inyección de gasolina. Con todo ello y debido a los problemas de la carrocería de plástico Daimler-Benz decidió no dar el salto al mercado con este prototipo, dejándolo como mula de pruebas para sus motores turbodiésel a partir de 1971.

Entre las grandes innovaciones de Mercedes en el campo de los motores rotativos se encontraba la introducción de la inyección directa de gasolina tal y como puede observarse en la fotografía izquierda. Durante el desarrollo de este proyecto Mercedes llegó a fabricar motores de 3 y 4 rotores para su prototipo experimental C-111. Sin embargo, uno de los motores de 4 rotores fue colocado en un Mercedes SL R107 para la colección personal de Felix Wankel. De todas formas, es difícil que lo condujese en algún momento porque carecía de carnet de conducir.

Como puede observarse los años 60 y principios de los 70 fueron el punto álgido de esta tecnología, pero con la llegada de la crisis del petróleo en 1973 las cosas empezaron a complicarse. Eran tiempos muy duros para toda la industria automovilística tanto en Europa como en EEUU y muchas empresas de ambos continentes acabaron echando el cierre. Ante este negro panorama la mejor expectativa de mercado es tender hacia el conservadurismo y la reducción de riesgos, recurriendo a mejorar el rendimiento de los motores de pistones y aligerar las carrocerías de los vehículos. Así, con el avance de toda la década de los años 70 poco a poco los motores rotativos se fueron difuminando como una alternativa frente al motor de pistones. Sin embargo, había un lugar donde los efectos de la guerra del Jom Kipur fueron menos lesivos al contar con su propio autoabastecimiento de petróleo y por tanto allí, en la Unión Soviética, era más factible el continuar con el desarrollo de motores rotativos.

Ante dicha situación excepcional la primera marca al otro lado del telón de acero en sacar un vehículo con motor KKM monorrotor fue Skôda. Dicho motor de 40 caballos fue montado en la parte trasera de un 1000 MB del que la marca destacó su comportamiento frente al modelo con el motor original de 4 cilindros. Por desgracia la falta de financiación del proyecto en 1968 llevó al traste todo lo que se había conseguido y la marca se focalizó en sus motores de 4 cilindros. Aun así, es destacable el enorme esfuerzo realizado y más si se tiene en cuenta la carencia de cualquier tipo de comunicación con NSU al otro lado del telón.


La efímera vida del rotativo diseñado por Skôda bajo la denominación K1 fue el primer caso de implementación de esta tecnología en el automóvil al otro lado del telón de acero. Como puede verse en la fotografía izquierda, el monorrotor fue equipado en un 1000MB con motor trasero en el que el espacio sobrante frente al modelo de 4 cilindros era muy notable, se pudo incluso dotar al vehículo de 2 maleteros.

Gracias a este primer prototipo del que no se conoce su paradero hoy día, una marca con mayor financiación como Lada pudo contar a inicios de los años 70 con una base con la que tratar de iniciar su programa de investigación sobre los motores KKM. Así, en 1973 la marca del Volga pudo gestar su primer monorrotor VAZ-311 con 654cc y 70 caballos. Unos valores bastante destacables y más si se tiene en cuenta que la relación de compresión era relativamente más alta que la mayoría de KKM producidos por cualquier otra marca hasta la fecha. Debido a esto último no tardaron en aparecer problemas de estanqueidad y aunque el diseño del motor se mejoró y en 1978 fue implementado en los VAZ-21018, la mayoría de los motores no duraron más de 6 meses.

El objetivo al que aspiraba Lada con todo esto era tratar de producir versiones de automóviles utilitarios con motores más potentes para las altas esferas de ciertos sectores públicos como la policía. De esta forma, los motores fueron mejorando sus diseños durante los años 80 implementándose en berlinas de otras marcas soviéticas como el GAZ-3102 que contaba con el VAZ-431 trirrotor de 210 caballos y 280 Nm de par máximo. A su vez, limusinas de mayores dimensiones contaron con un KKM de 4 rotores y hasta 350 caballos.

El primer rotativo diseñado por Lada salió al mercado en 1974 y contaba con un único rotor de 654cc y una relación de compresión de 9,5:1. El nuevo motor de 95 caballos destacaba por su baja fiabilidad y fue ofrecido en los VAZ-21018 y Lada Niva. Como puede observarse en la fotografía de la izquierda el motor contaba con un sistema de doble encendido, al igual que el desarrollado por Skôda, lo cual hace pensar que parte del desarrollo de ambos proyectos se basó en algún motor de Toyo Kogyo con el que contaban los soviéticos. 

A finales de los años 80 y con la caída del muro de Berlín, Lada comenzó a fabricar vehículos con motor rotativo para un público más humilde que las altas esferas de la URSS y a tenor de los nuevos tiempos introdujo los birrotores en los Lada Samara con tracción delantera. Sin embargo, el recambio de los sellos de punta cada 20 mil kilómetros y los 15 litros de consumo lo convirtieron en una versión muy poco atractiva. Finalmente, en 1995 con la llegada del VAZ-2110, que en competición contó con un birrotor, Lada se despedía de los motores rotativos con los últimos coletazos del siglo XX.

Tras más de 20 años de desarrollo y evolución de estos motores los soviéticos fueron capaces de mejorar sus prestaciones y elasticidad gracias a la introducción de un mayor número de rotores. Sin embargo, los problemas ligados al desgaste de los sellos de punta y el consumo no mostraron un gran avance y muchos de los motores contaban en los años 90 con menor fiabilidad que los que fabricaba NSU en los años 60… La caída de la Unión Soviética tampoco fue un estímulo para la marca y la súbita entrada al mundo capitalista fue la guinda del pastel para acabar con las expectativas puestas sobre estos motores en la nueva Rusia. Con la retirada de Lada en los años 90 y la de todos los fabricantes europeos en los años 70, parecía que todas las miradas estaban puestas en Toyo Kogyo.

Con la caída del muro de Berlín la Unión Soviética empieza a aceptar el cambio de los tiempos y uno de dichos cambios fue la posibilidad de compra de los modelos rotativos de Lada, por parte de cualquier ciudadano de a pie y no solo por altas esferas del KGB o la policía. A la izquierda puede verse el birrotor VAZ-411, que se basaba en la introducción de un segundo rotor al VAZ-311, implementado en un Lada Samara de tracción delantera con disposición transversal. A la derecha el VAZ-2110, el último Lada en equipar el motor del Samara y utilizado únicamente en competición a finales de los años 90.

Mazda y su evolución desde la disrupción al marketing

Al igual que Mercedes-Benz o Alfa Romeo, Toyo Kogyo se convirtió en una más de las marcas que se mostraron interesadas en el desarrollo de motores rotativos para automoción. Sin embargo, a diferencia de las marcas europeas mencionadas si decidió dar el paso de sacar al mercado su primer automóvil en 1967 con el nombre de Mazda Cosmo. Gracias a la colaboración con NSU desde sus inicios Mazda pudo centrarse en la fabricación y optimización de los motores KKM con el fin de relanzar la compañía en el mercado automovilístico.

Es debido a este último aspecto por el que la marca trató al igual que NSU de volcar toda su fuerza y energía en esta tecnología con el objetivo de ganarse una sólida cuota de mercado. A diferencia de la marca teutona, la fuerte financiación del trust de Toyo Kogyo permitió a la nueva Mazda conseguir cumplir sus objetivos de investigación en el marco de la optimización de las prestaciones de estos motores. Así, el nuevo birrotor del Mazda Cosmo en 1964 contaba con la entrega del par máximo a tan solo 3500 rpm y la de potencia máxima a 7000 rpm. Esto, aunque la cifra de par fuese de tan solo 131 Nm, permitía al motor ganar una mayor elasticidad debido a la implementación de las lumbreras de admisión en la carcasa lateral y del estator frente a la colocación únicamente en la carcasa del estator del resto de fabricantes.

Con el objetivo de reducir los problemas de desgaste con los que contaba la carcasa lateral de los primeros KKM 400 de NSU, Mazda recurrió a la utilización de un recubrimiento de cromo sobre el aluminio de la carcasa del estator. Dicho proceso de endurecimiento superficial del aluminio se utiliza normalmente en aplicaciones de alta temperatura y rozamiento como en válvulas, pistones o incluso cilindros hidráulicos. Sin embargo, con la llegada de 1970 se optó por la utilización de un recubrimiento de cromo sobre una capa de acero superficial sobre el aluminio de la carcasa del estator que permitía mejorar aún más la resistencia al desgaste. Por su parte, la carcasa lateral era de acero con un endurecimiento mediante inducción.

Gracias a la posición en la carcasa del estator y lateral de las lumbreras de admisión, los rotativos de Mazda contaron con una mejor respuesta de par a bajas vueltas que los fabricados por NSU y Comotor tal y como puede verse en la imagen izquierda. En lo que respecta al primer birrotor diseñado por Toyo Kogyo para el Mazda Cosmo, este contaba con una carcasa del estator acabada con una capa de acero superficial que contaba con un recubrimiento de cromo poroso. Dicho recubrimiento poroso puede verse ampliado en la imagen derecha y permitía a las partículas de aceite quedarse atrapadas y mejorar la lubricación del contacto sello-carcasa.

En lo que respecta al elemento más disruptivo del motor del Cosmo, los sellos de punta sufrieron una modificación en el diseño para reducir las vibraciones que repercutían en la formación de surcos en la carcasa del estator siendo clave para eliminar el desgaste de esta última. Además, gracias a la utilización de aluminio como metal base en dichos sellos con impregnación de carbono, se conseguía incrementar la velocidad máxima de rotación del motor sin incurrir en un desgaste prematuro de los mismos y mejorando notablemente la elasticidad del grupo propulsor.

A parte de toda esta recopilación de novedades frente a NSU, para terminar de mejorar aún más el rendimiento del motor se optó por la implementación de un reactor térmico en 1970 que permitía reducir las emisiones contaminantes mediante la combustión de los gases escape y reducir de dicha forma los hidrocarburos no quemados en el motor. Gracias a dicho sistema anticontaminación el Luce R-130, el último en equipar el birrotor 10A, podía cumplir con la normativa impuesta en Japón a partir de 1975 en lo que a emisiones contaminantes se refiere.

Tras 8 años en el mercado en 1972 el 10A fue reemplazado por el 12A en los últimos RX3 que contaban con dichos motores. A pesar de la gran calidad de los KKM retirados del mercado, incluso llegando al nivel de los motores de Comotor, la marca nipona no se conformaba con ello y el nuevo birrotor iniciaba una nueva generación de rotativos con un mayor rendimiento prestacional. Así, se heredaban los sellos de punta y el recubrimiento de la carcasa del estator que tan buen resultado habían dado en los Cosmo y RX3, pero se recurría a la utilización de un nuevo endurecimiento del acero de la carcasa lateral mediante la carburación de la superficie del mismo. Este aspecto permitía mejorar la dureza de dicha superficie frente al rozamiento de los sellos laterales del rotor y se conseguía mejorar a su vez las deformaciones de la carcasa por la diferencia de temperatura entre cada una de las tres cámaras del espacio epitrocoidal.

La implementación del reactor térmico a la salida del escape de los últimos 10A permitió al Mazda Luce convertirse en el primer vehículo del mercado nipón en contar con un sistema de bajas emisiones en 1970. El sistema puede verse en la fotografía de la izquierda donde a continuación del reactor térmico puede observarse un intercambiador de calor que reduce la temperatura de los gases de escape tras su combustión en el reactor. En la fotografía de la derecha se puede observar los dos tipos de sellos de punta más utilizados en los motores rotativos. El sello de aluminio con impregnación de carbono utilizado en los 10A y 12A aparece a la izquierda. Por su parte el sello de acero utilizado por NSU y por Mazda en los 13B cuenta con un endurecimiento mediante haz de electrones que aparece a la derecha.

Aunque todas las mejoras implementadas en los 12A se quedaron ahí durante los años 70, la necesidad de hacer frente a un mercado cada vez más competitivo con consumos mucho más contenidos debido a las crisis del petróleo llevó a Mazda a realizar ciertas modificaciones en sus motores con el objetivo de reducir el consumo de gasolina. Por ello, en 1980 Mazda presentó un nuevo tipo de admisión para el mercado nipón y americano que permitía controlar la apertura y cierre de una de las dos lumbreras de admisión con las que contaba cada grupo rotor-estator. De esta forma a bajo régimen el motor contaba con una menor admisión disponible permitiendo así reducir el consumo de combustible. A su vez, cuando se alcanzaba cierta presión en el escape una válvula de control permitía la apertura de la lumbrera restante y se conseguía así incrementar el rendimiento volumétrico, aumentando la potencia a alta carga y régimen de vueltas.

Si bien es cierto que la implementación de este tipo de admisión permitía reducir levemente el consumo, pero la reducción de par en el motor con la mitad de mezcla disponible para la combustión llevaba a los nuevos RX7 a contar con una menor elasticidad en las versiones básicas que contaban con el 12A. Aun así, dichos modelos se convirtieron en 1980 en los primeros KKM con convertidor catalítico de 2 panales específicamente desarrollado para los 12A y los 13B de carburación. Gracias a dicho elemento se conseguía reducir las emisiones de hidrocarburos y de CO de forma más efectiva que con el antiguo reactor térmico.

Con la llegada de 1982 el 12A empezaba a vivir sus últimos años de vida en Japón y EEUU dejando paso al 13B que desde 1973 era el único motor rotativo vendido por Mazda en Europa y se montaba a su vez en las versiones con más prestaciones en EEUU y Japón desde ese mismo año. A pesar de dicha retirada, el 12A serviría de base de pruebas hasta 1989 para tratar de experimentar en el mercado nipón con la sobrealimentación en los Cosmo, Luce y RX7 que no reportaron un aumento significativo de potencia frente al consumo.

En 1980 el convertidor catalítico sustituyó al reactor térmico en los 12A y 13B convirtiéndose, los Mazda que lo equipaban, en los primeros vehículos del mercado en contar con esta tecnología. Es cierto que el catalizador era para mezclas ricas y por tanto no era de 3 vías, pero la eficiencia en la reducción de emisiones contaminantes era bastante destacable para tratarse de un motor carburado. A la izquierda puede verse la disposición del catalizador y la válvula de control heredada de las versiones con reactor térmico. Otra de las grandes novedades con las que contaron los últimos 12A fue la implementación de un sistema biturbo en el Mazda Luce que puede verse en la fotografía derecha y permitía incrementar la potencia en tan solo 5 caballos.

En lo que respecta al 13B que fue presentado en 1973 pronto se convirtió en el KKM más eficiente de todos los que fabricaba la marca nipona. Gracias al nuevo sistema SIP (Sheet-Metal Insert Process) se conseguía implementar la superficie de acero de forma más efectiva en la carcasa de aluminio del estator y se posibilitaba una mejor impregnación de cromo con alta porosidad en el acero. Este último detalle permitía que las partículas del lubricante se quedaran en dichos poros y consecuentemente se mejorase la lubricación del contacto sello-carcasa.

Por otro lado, debido a dicha mayor dureza y calidad de la carcasa del estator se requería volver a utilizar los sellos de acero, más duros que los de aluminio con impregnación de carbono de los 10A y 12A. Sin embargo, frente al diseño utilizado por NSU y Comotor, Mazda recurrió a un diseño del sello en 2 piezas con la mitad de espesor garantizando una mejor lubricación del mismo. A su vez, la carcasa lateral pasa de contar con un endurecimiento superficial mediante carburación a una nitruración del acero permitiendo mejorar aún más la dureza y resistencia mecánica de la carcasa en su conjunto frente a los fuertes gradientes de temperatura. Se había conseguido por fin en 1973 alcanzar el sistema más óptimo de estanqueidad del motor y longevidad de los sellos de punta, alcanzándose un nivel de fiabilidad similar al que tiene la distribución en un motor de pistones.

Tras conseguir lograr una fiabilidad incuestionable el siguiente obstáculo del motor rotativo, al que llegaba tarde debido a su difícil nacimiento, pasaba por la reducción de consumo y la mejora del par motor a bajas revoluciones. Si bien es cierto que se habían conseguido ciertos avances en ambos campos tal y como se ha comentado en los 10A y 12A, pero la implementación del sistema de inyección L-Jetronic en los 13B fue la respuesta definitiva junto con la utilización de un nuevo sistema de 3 lumbreras de admisión por cada grupo rotor-estator. Ambas novedades fueron presentadas en 1983 con el objetivo de reducir el consumo de combustible mediante un control electrónico digital de la alimentación de gasolina y la utilización de un sistema dinámico controlado por la propia unidad de la inyección encargado de gestionar la apertura de la tercera lumbrera de admisión mediante un sistema similar al comentado anteriormente para los 10A.

Entre las novedades que contenía el 13B se encontraba la eliminación tras más de dos décadas de los problemas de estanqueidad en los motores rotativos. A la izquierda puede verse el nuevo método de recubrimiento del cromado superficial del acero que recubre la aleación de aluminio que forma la carcasa del estator. Gracias a dicho sistema SIP se incrementaba la dureza y se reducía el desgaste de forma notable frente a los métodos utilizados hasta el momento. Tal fue el aumento de la resistencia de la carcasa que los sellos de punta de los 13B tuvieron que ser de acero con el objetivo de no sufrir un desgaste excesivo y sin el peligro de desgastar la carcasa. Es destacable a su vez como el diseño de los sellos tanto laterales como de punta cada vez era más estrecho con el objetivo de mejorar la lubricación a la vez que la utilización de acero en vez de aluminio permitía reducir el espesor sin perder propiedades mecánicas.

Por si todo esto fuera poco los avances en el 12A turbo empezaron a dar su fruto llegándose a implementar en el 13B un turbo twin-scroll en 1985 en combinación con la inyección electrónica anteriormente descrita y un nuevo sistema de encendido electrónico. Gracias a todas estas mejoras el nuevo RX7 de 1986 vendido en Japón, EEUU y en Europa contaba con 185 caballos a 6500rpm y 248 Nm de par máximo a 3500rpm. Una elasticidad envidiable para muchos motores de pistones incluso de gasolina atmosféricos en los años 80 con más de 2 litros de cilindrada frente a los 1.3 litros del 13B. El consumo por su parte llegaba a medias de 12 litros, prácticamente lo mismo que un Ford Mustang LX V6 coetáneo que contaba además con 40 caballos menos de potencia frente al nipón. La elección de este modelo para la comparativa de consumo se basa en el objetivo fundamental que tenían las marcas japonesas de tratar de irrumpir en el mercado americano con modelos más asequibles y de inferior consumo. En dicha maniobra de mercado la serie RX no jugó un papel destacable, pero aun así puede verse como podía plantar cara a ciertos modelos americanos de segmentos similares. La comparativa de consumos por su parte si sale peor parada con rivales más directos como el Toyota Supra, pero la diferencia con el modelo de 2 litros turbo de 4 cilindros no llega a ser de más de un litro... En definitiva, Mazda había conseguido reducir de forma notable el consumo, aumentar la elasticidad y zanjar definitivamente todos los problemas relativos a la estanqueidad y longevidad de sus KKM.


Una de las grandes ventajas con las que cuenta el motor rotativo pasa por su buen equilibrado y reducción de vibraciones frente a un motor de pistones con la equivalencia de 1 rotor por cada dos cilindros. En la gráfica izquierda puede verse como el aumento de rotores, desde 1 a 4, permite incluso reducir las vibraciones debidas a las combustiones que tienen lugar en el motor, además el aumento del par motor es bastante significativo. A la derecha puede observarse el funcionamiento del sistema de 6 puertos de admisión utilizado por Mazda en los 13B que permite controlar la apertura de una tercera lumbrera de admisión lateral en función de la presión del escape. En los modelos de inyección L-Jetronic este sistema se perfeccionó para un control electrónico digital.

Dado el éxito de los 13B, pronto estos motores empezaron a contar con modificaciones para competición entre las que destacan los sellos de punta de grafito. Gracias a las propiedades lubricantes de dicho material se mejoraba notablemente el comportamiento del motor a muy altas revoluciones sin incurrir en un desgaste severo de las carcasas. Sin embargo, dichos sellos tenían la desventaja de desgastarse en poco tiempo algo que realmente no era un problema serio en competición. Otra de las modificaciones pasó por la implementación de un mayor número de rotores para incrementar aún más el par motor con disposiciones de 3 y hasta 4 rotores. En concreto las unidades de 3 rotores biturbo bajo el código motor 13G fueron las más utilizadas. Tal fue el éxito de ellas que Mazda decidió modificar dichos trirrotores sobrealimentados para vehículos de calle recurriendo a lumbreras laterales y montándolo en 1995 en los Eunos Cosmo 20B de 280 caballos y 407 Nm de par máximo.


La llegada del turbo al 13B fue, junto con la inyección electrónica de gasolina, el cúlmen en lo que a eficiencia en la entrega de par y reducción de emisiones se refiere. En la gráfica de la derecha pueden verse las ganancias de par respecto al 12A Turbo con la implementación de un intercooler, un nuevo sistema de encendido electrónico, una inyección indirecta de gasolina por control electrónico digital y una nueva generación de turbos de tipo twin-scroll. A la izquierda puede verse la disposición de este pionero turbo con sistema de aprovechamiento de los gases de escape en función de la temperatura y presión, hoy en dia este tipo de turbos es muy utilizado y ya se trató en el artículo de sobrealimentación en automoción. Aunque en la imagen no aparezca un catalizador, los RX7 Turbo llegaron a contar con un catalizador de 3 vías y al igual que los 12A Turbo desde 1982 la carcasa del estator montaba un sensor de picado como los Saab Turbo APC. Otro aspecto de relativa importancia en la imagen izquierda es la presencia de dos inyectores de gasolina en el colector de admisión que permiten mejorar la formación de la mezcla.

En lo que respecta a los RX7 estos llegaron a contar a finales de la década de los años 90 con una nueva versión aún más aligerada de los birrotores 13B denominada 13B-REW y que contaba con un sistema de sobrealimentación secuencial. Gracias a ello, el nuevo motor alcanzaba los 280 caballos en las últimas versiones de la octava serie del RX7 la cual cesó su producción en 2002 con unos consumos muy contenidos en el entorno de los 11 litros de consumo medio. Unas cifras también declaradas por otros vehículos de su segmento con motor de pistones como el Mercedes SLK320 que además contaba con prestaciones inferiores.

Con la llegada del año 2004 debutaba el nuevo RX8 para convertirse, tras la retirada de Lada a principios de siglo, en el único vehículo del mercado que equipaba motor rotativo. El nuevo 13B contaba con mejoras de diseño que le permitía reducir aún más los consumos frente a su antecesor, aunque teniendo que renunciar a la sobrealimentación en esta ocasión. Dicho aspecto implicó una reducción notable de la elasticidad a bajo régimen, pero gracias al óptimo diseño de los sellos y las carcasas con los que contaba este motor desde los años 70 Mazda pudo incrementar el régimen máximo de vueltas hasta las 9000 rpm, incrementándose así la elasticidad del motor a alto y medio régimen. Además, el motor contaba ahora con un sistema de inyección de aceite directamente en las paredes de la carcasa lateral permitiendo mejorar la lubricación del contacto sello-estator. En los motores del resto de fabricantes y los primeros KKM de Mazda la lubricación-refrigeración del rotor era la encargada de lubricar dichos contactos sello-estator con un alto consumo de aceite en la combustión. Gracias al sistema incorporado en la nueva generación del 13B el consumo de aceite se reducía de forma drástica hasta valores ridículos frente a los de un motor de 2 tiempos, sin incurrir en problemas de lubricación en los sellos y siendo importante controlar la temperatura del refrigerante.


Tras las berlinas como el Mazda Roadpacer y los Luce AP, el Eunos Cosmo fue la guinda del pastel con un nivel de detalle y de calidad excepcionales. En la fotografía derecha se puede ver el interior del vehículo con unos asientos muy evolventes, un salpicadero futurista y el primer sistema de navegación GPS montado en un vehículo fabricado en serie. Bajo el capó las versiones más potentes contaban con el 20B de tres rotores y 407Nm de par máximo gracias a la sobrealimentación secuencial. Este coupé que cumplía todas las papeletas para ser denominado como gran turismo solo fue vendido en el mercado nipón.

Tras la retirada del mercado en 2012 del RX8 la marca nipona pasó de ser referente por todo el desarrollo e implementación de motores rotativos en turismos a encontrarse con problemas ligados con las nuevas normativas medioambientales especialmente en los motores de pistones que la marca ofrecía. Esto supuso la apertura de una nueva línea de investigación encaminada a tratar de mantener las ventas de dichos motores convencionales gracias a la tecnología Skyactiv, restando tiempo e inversión a la evolución de los motores rotativos. Es por ello, que la marca, conocedora de su fama por sus KKM, empezó a centrarse en la utilización de estos como reclamo y marketing diferenciador frente al resto de fabricantes.

Los RX empezaron a quedarse como un pasado encomiable de la marca y el desarrollo de prototipos que nunca veían la luz empezó a crecer hasta nuestros días. Mazda había pasado de ser la única marca que ofrecía dicha tecnología en sus vehículos a ser referente por el marketing de dicha tecnología. En línea con esta idea, Mazda en 2023 sacó al mercado tras más de 10 años su nueva generación de rotativos en la que el motor cuenta con un único rotor estacionario para cargar las baterías de un modelo de hibridación en serie. A priori dicha disposición parece resultar interesante hasta que uno empieza a darse cuenta del peso de un SUV con dicho sistema de hibridación, que termina haciendo ridícula la ligereza del monorrotor. A su vez la utilización de un sistema de hibridación enchufable esconde más problemas al impedir que el motor pueda aportar tracción a las ruedas motrices reduciéndose así la eficiencia energética de dicho grupo propulsor. Por si esto fuera poco, los híbridos enchufables cuentan con un sistema de control del estado de las baterías (SOC), basado en ciclos de descarga, a diferencia de los no enchufables, que permiten aumentar la autonomía de forma notable. El problema de esto es que al llegar al entorno del 40% del SOC el monorrotor tiene que ponerse a cargar las baterías lo más rápido posible a la vez que parte de la energía eléctrica que produce ha de emplearse en el motor eléctrico para dar potencia al vehículo. En definitiva, el consumo de combustible debido a esto se puede disparar fácilmente a cifras superiores a los 10 litros, niveles muy similares a los de un 13B biturbo de los años 80 que encima tiene casi el doble de cilindrada…


La presentación del Mazda MX30 REV en 2023 supuso el retorno del motor rotativo a la gama de vehículos del fabricante nipón, pero en esta ocasión el nuevo motor forma parte de un sistema de hibridación en serie y cuenta con un único rotor que puede verse en la fotografía izquierda. A la derecha puede verse el SUV en cuestión que cuenta con una apertura de puertas que recuerda a la del RX8.

La conclusión que se saca de todo esto es que Mazda no tiene hoy en día ningún interés en esta tecnología más allá de seguir utilizándola como reclamo. Sin embargo, las pruebas de la marca nipona en las que se recurre a hidrógeno como combustible gas en los 13B han revelado un buen comportamiento, a lo que se suma la práctica eliminación de emisiones de NOx frente a un motor de pistones funcionando con hidrógeno. En línea con dicha expectativa y la eliminación de la huella de carbono que posibilitan los electrocombustibles, es posible que los motores KKM, debido a sus prácticamente nulas emisiones contaminantes gracias a la baja temperatura de combustión que dificulta la oxidación del nitrógeno del aire de la mezcla, vuelvan al mercado de forma seria y no como un elemento de marketing de una marca concreta. Aun así y a pesar de este último párrafo en el que fundamento mi opinión, no voy a ser yo el que decida como va a ser el futuro…


En 1991 fue presentado en el Salón del Automóvil de Tokyo el prototipo HR-X que aparece a la derecha y contaba con un motor rotativo que funcionaba con hidrógeno gas como combustible. En 2003 en ese mismo Salón se presentó el prototipo de RX8 con un motor rotativo que podía funcionar con gasolina y con hidrógeno. Al optarse por la utilización de este último combustible, las emisiones contaminantes de NOx eran bastante reducidas frente a las de otros fabricantes en sus motores de pistones funcionando con hidrógeno gas.

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