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lunes, 29 de abril de 2024

ABS, mucho más que un sistema antibloqueo de frenos

La gestación de un concepto innovador requiere para su éxito de algún elemento que capte la atención de potenciales clientes. Si esta idea se encuadra en el nacimiento del automóvil, dicho elemento atrayente para la aristocracia fue sin lugar a duda la ostentación y la competición. Ya desde finales del siglo XIX cuando Francia toma la delantera en la industria automovilística se puede ver el nacimiento de las primeras carreras como la París-Rouen de 1894 y la presencia en la misma de locomóviles como los De Dion-Boutton conducidos por un conde que le encantaba ostentar de sus victorias y nunca aceptaba las derrotas.

Sin embargo, más allá de este elemento que atraía a nuevos clientes y gestaba el nacimiento de nuevas marcas, se ha de tener en cuenta los enormes problemas a los que se enfrentaba el nuevo juguete de estos aristócratas al combinar la velocidad con caminos de tierra adaptados para las diligencias. Un ejemplo de ello fue la París-Marsella-París donde el mal estado de los caminos llevaba a tener que parar el coche en muchos casos para retirar árboles caídos y en una ocasión este tipo de incidentes se cobró la vida de Emile Levassor. Más tarde en la Paris-Madrid la cosa no mejoró, sino que el número de muertes fue tan alto que hubo de suspenderse la competición y dar sepultura a Marcel Renault. Por tanto, era lógico empezar a pensar en la necesidad de poner solución a este problema desarrollando neumáticos más resistentes a pinchazos, un sistema de suspensión que permitiese controlar mejor el comportamiento dinámico del vehículo o sobre todo un buen sistema de frenos.

Fotografía del accidente que acabó con la vida de Marcel Renault en la carrera París-Madrid. El incidente se debió a la falta de visibilidad en dicha curva por la polvareda levantada por otros participantes que iban delante del piloto.

Dichos problemas fueron solventados con ideas muy diferenciadas en función de cada marca, pero las dificultades de frenado en condiciones de baja adherencia seguían sin tener una solución. Por suerte, habían aparecido ya previamente en el ferrocarril diseños mecánicos de control de frenado en situaciones deslizantes como el de J. E. Francis de 1908 que no llegó a ser implementado en trenes hasta los años 60.

El mundo aeronáutico por su parte también contaba con la necesidad de estos sistemas para las operaciones de aterrizaje y en 1929 la marca Voisin, que también fabricaba automóviles, desarrolló un sistema mecánico de frenos antibloqueo para aviones. Con este primer paso hacia la implementación de esta tecnología, en 1936 Bosch registra una patente de una unidad de control electromecánica que actuaba sobre el circuito de frenos para evitar el bloqueo de las ruedas en frenadas con baja adherencia. Se realizaron pruebas exitosas en aviones de este sistema y pronto desde las islas británicas llegaría un sistema mejorado que se implementaría de forma extendida.

Dunlop caminando hacia el primer coche con sistema de frenos antibloqueo

El nuevo sistema británico en cuestión fue desarrollado en 1952 por Dunlop bajo el nombre de Maxaret. El producto fue recibido con gran entusiasmo por el ejército inglés ya que permitió reducir las distancias de frenado hasta un 30%, frente a los sistemas desarrollados por Bosch, e incrementar el peso de las aeronaves en un 15%. Durante su etapa comercial el sistema sufrió mejoras y adaptaciones a frenos neumáticos de ciertos aviones, pero el mayor punto de inflexión surgió al confluir tres empresas que buscaban un mismo objetivo y que pudieron aprovechar sinergias entre ellas. Estas fueron Ferguson, Jensen y por supuesto Dunlop.

La primera de ellas estaba dirigida por el irlandés Harry Ferguson gran apasionado del mundo aeronáutico y aunque sus esfuerzos en ese campo no fueron fructíferos, era toda una referencia en el mundo agrícola. Gracias a los beneficios que obtenía la compañía por la venta de tractores y el largo litigio en el que resultó victorioso frente a Henry Ford II, pudo crear una nueva división en la empresa dedicada a mejorar la maniobrabilidad y agarre en deportivos de competición británicos. Harry Ferguson siempre fue un amante de la competición inglesa y soñaba con conseguir que dichos deportivos pudiesen aprovechar de forma eficiente su potencia en condiciones deslizantes.

Este irlandés con la ayuda de dos pilotos ingleses plasmó todos sus avances en la que se conoce como la “Ferguson Formula” (FF). Este sistema se basaba en un sistema de tracción a las 4 ruedas que se podría implementar en cualquier deportivo, algo que Ferguson pensaba sería un éxito rotundo. Convencido de que el único argumento de venta sería una demostración práctica, Ferguson encargó la construcción de un coche de F1, el Ferguson P99, el cual debutaría en 1961 con una contundente victoria en manos de Stirling Moss. Lamentablemente Harry Ferguson no llegaría con vida a ver la materialización de su idea ya que fallecería por una sobredosis en octubre de 1960.

A la izquierda una fotografía de Stirling Moss conduciendo el Ferguson P99, deportivo que él mismo describía como de los mejores que ha pilotado en su vida. A la derecha una imagen parcialmente seccionada del automóvil en cuestión, dónde puede verse el sistema de tracción 4 ruedas con el diferencial trasero y delantero desplazados respecto al centro de ambos ejes, esto obligó a recurrir a un eje intermedio para corregir las asimerías y montar palieres simétricos. Este sistema de tracción es diferente respecto al del Jensen FF, el cuál si cuenta con diferencial trasero situado en el centro del eje.

A pesar de ello, el sistema FF caló entre las escuderías de F1, quienes pronto se pusieron a tratar de sacar mecanismos similares u optimizados, dándose cuenta de que se obtenían resultados iguales o superiores con la aplicación de otros esquemas, como mejoras en la transmisión, cubiertas especiales para pavimento mojado o la implementación de alerones. A fin de cuentas, un sistema de tracción 4 ruedas implica un mayor consumo por la energía absorbida por el diferencial central y un mayor peso por la necesidad de multiplicar por dos el número de árboles, palieres y diferenciales.

Paralelamente a este nuevo foco de atención en la F1, la segunda de las marcas implicadas en esta concentración de sinergias, Jensen, buscaba cumplir el mismo sueño que Ferguson. El sueño de cualquier aficionado de poder maniobrar como un experto en agresivas condiciones climáticas y lo más importante poder frenar a alta velocidad con total seguridad. Gracias a la fama que ya tenía Ferguson el ingeniero Richard Jensen no dudó en contactar con él, así como con Dunlop para la implementación de un sistema de frenos antibloqueo.

Mientras que Richard estaba excitado con la idea de implementar la FF, llegando a un acuerdo con Ferguson, y esta última con Dunlop para adaptar el sistema Maxaret. El que estaba desencantado era su hermano Alan Jensen, que como contable pensaba que aún faltaba pulir bastante el sistema y que el mismo dispararía de manera astronómica los costes de fabricación del vehículo.

Con la llegada del año 1966 Jensen presenta el Interceptor, un deportivo gran turismo de diseño italiano con motor Chrysler de 6.3 litros que pretendía hacer frente a marcas como Jaguar o Aston Martin. Al contrario de sus antecesores, construidos en fibra de vidrio, el nuevo GT tenía carrocería de acero lo que le daba un peso de 1.678 Kg y lo hacía un coche pesado. Aun así, su motor era tan potente que permitía sobrellevar este inconveniente y le dotaba de una buena velocidad máxima de 210 km/h y un 0 a 100 en 7 segundos. Sin embargo, costaba el doble que un Jaguar E-Type.

Publicidad del sistema antideslizamiento de Dunlop utilizado en aviones. Las ruedas del tren de aterrizaje de la imagen muestran el efecto en la banda de rodadura de un frenado con deslizamiento.

A pesar de todos estos detalles, la cualidad más importante del Interceptor es que sirvió de base para la nueva versión FF. El nuevo Jensen FF presentado también en 1966 era casi idéntico a su hermano con la excepción de algunos detalles como un par de ventilaciones laterales de aireación y, por supuesto, la formidable mecánica de tracción a las 4 ruedas Ferguson con sistema Dunlop Maxaret. Había nacido el primer vehículo de calle con tracción a las 4 ruedas y frenos antibloqueo. No, no era un Audi… tampoco un Mercedes-Benz…

Funcionamiento y características del sistema Maxaret

Si se entra en las entrañas de este novedoso control antibloqueo de frenos, se puede observar la presencia de 3 componentes fundamentales en el sistema. El servofreno de vacío que no se diferencia en nada respecto a un servo de la misma tipología sin sistema Maxaret, una electroválvula y una especie de contacto eléctrico accionado mediante un volante unido a una leva que lo conecta o desconecta.

Jensen FF, primer automóvil de calle con tracción a las 4 ruedas y sistema antibloqueo de frenos.

Para lograr entender este sistema de control se ha de mencionar en primer lugar la conexión del volante de inercia del contacto eléctrico al árbol de transmisión conectado al diferencial central. Es en este punto donde se necesitó de la colaboración entre Dunlop y Ferguson. A su vez, se ha de tener en cuenta una conclusión muy importante en todo sistema de tracción de un vehículo y es que el grupo propulsor aporta par motor a las ruedas motrices, estando limitado superiormente por la adherencia. Esto implica que la transmisión de potencia del motor no es otorgada por las revoluciones del grupo de la caja de cambios, sino por las que las ruedas imponen al grupo propulsor. Es decir, la potencia es fuerza por velocidad donde la fuerza es otorgada por el motor a las ruedas (siempre que la adherencia lo permita) y la velocidad por las ruedas al motor. Siguiendo ese principio el volante de inercia gira siempre a una velocidad proporcional a la que giran las ruedas.

Al iniciarse el bloqueo de las ruedas, el volante recibe la sobredeceleración, esto es la variación de la deceleración al frenarse las ruedas, accionando una leva que conecta el relé y deja pasar la señal eléctrica. Dicha señal llega a un solenoide que al excitarse consigue vencer la fuerza de un muelle que cambia el estado de una válvula de 4 vías y 2 posiciones. Al producirse dicho cambio de estado se reduce la depresión en el servofreno y consecuentemente el esfuerzo que hace el conductor en el pedal es multiplicado por un valor inferior por parte del servo. Es decir, la posición del pedal y su fuerza es la misma, pero la que ve el cilindro maestro es inferior, así el caudal mandado a los frenos delanteros y traseros se ve reducido.

Esquemas del funcionamiento del sistema Dunlop Maxaret. Como se puede ver se controla la presión del circuito hidráulico regulando la depresión que actúa sobre el servofreno. El esquema de la parte superior muestra un mayor valor de presión transmitido a los frenos dado que las ruedas no están bloqueadas, frente al esquema de la parte inferior.

Se ha de tener también en cuenta la inercia del volante frente al mecanismo de la leva. Esto permite que el contacto continue pasando la corriente y así poder gestionar adecuadamente el bloqueo instantáneo de la rueda. Este aspecto si se toma en consideración y se analiza en detalle se puede ver que alarga notablemente la distancia de frenada, ya que el tiempo de reacción del mecanismo no es lo suficientemente rápido.

Si la velocidad de las ruedas vuelve a aumentar, la velocidad del volante también aumenta. Cuando las velocidades entre el mecanismo de la leva y del volante se sincronizan nuevamente, el mecanismo de leva regresa mediante un resorte. A su vez, deja de pasar corriente para excitar el solenoide y el muelle de la electroválvula cambia el estado de la misma. A consecuencia de esto, se restablece la depresión inicial en el servofreno de vacío y el caudal que llega a los frenos recupera el valor inicial.

Los beneficios de este sistema en el Jensen fueron notables sobre suelo mojado, donde era muy eficaz su sistema de tracción 4 ruedas y a la hora de frenar a altas velocidades el FF mostraba un desempeño a años luz de cualquier coche de la época. Sin embargo, ese desempeño impecable ocurría sólo en condiciones ideales. El nuevo sistema revelaba la súbita activación del sistema de frenos en terrenos deslizantes, algo totalmente comprensible a priori porque es el momento en el que el sistema es necesario, pero la desactivación si la fase de condiciones deslizantes era puntual tardaba más en producirse al tener que vencerse la inercia del volante conectado al árbol de transmisión.

Publicidad en la que se ofrece al cliente la posibilidad de incorporar la Ferguson Formula en los Opel Senator y Monza.

Por otro lado, el sistema FF estaba muy bien resuelto y se llegó a utilizar en otras marcas como Opel o Range Rover. El problema en el caso del Jensen apareció debido a la alta entrega de par del motor Chrysler con unas solicitaciones excesivas para este sistema de tracción, que se desarrollará posteriormente en este artículo. Otra de las limitaciones observadas pasaba por la imposibilidad de cambiar de lado al sistema de dirección, por culpa del diferencial delantero, para el resto del mercado europeo. Este aspecto unido al resto de problemas tratados fueron los clavos del ataúd para este GT inglés.

Aunque la suerte del modelo y a su vez de la marca Jensen no fueron nada halagüeñas, se había dado un gran paso y el empujón que necesitaba el sistema Maxaret era precisamente un mejor sistema de control, algo que al otro lado del charco estaban dispuestos a conseguir.

La tecnología aeroespacial en Chrysler y General Motors

Tras la segunda guerra mundial la tecnología aeroespacial permitió un fuerte desarrollo de un nuevo campo de la ingeniería, la electrónica. La llegada del mundo analógico marcó un antes y un después en todos los sectores que requerían de algún sistema de control para procesos con tiempos de ejecución mucho más rápidos que los que el mundo de la hidráulica o de la mecánica eran capaces de conseguir. El sistema de frenos antibloqueo no fue una excepción y pronto fabricantes americanos empezaron a desarrollar equipos que mediante control analógico evitaban el bloqueo de las ruedas al frenar.

Si bien es cierto que los primeros diseños de ABS que realizaron los grandes trust del motor americanos no fueron implementados en vehículos de calle, sino en sus futuristas prototipos como el Firebird III en 1958 por parte de GM. Como ya se reveló en el artículo de turbinas el objetivo no era diseñar prototipos utilizables y fiables en el día a día, sino mostrar la fuerza que tenían estas marcas frente a otras marcas competidoras o incluso frente a la Unión Soviética en medio de la Guerra Fría.

Aún así, otro trust como Chrysler Corporation si daba el paso hacia delante para tratar de implementar sus desarrollos tecnológicos en coches de calle como sus innovadoras cajas de cambios TorqueFlite, el Chrysler Turbine en 1963 o el Chrysler Imperial con frenos ABS en 1971. Para el desarrollo de este último modelo, Bendix desarrolló el sistema Four-Wheel Sure Brake que garantizaba el antideslizamiento de las ruedas en frenado mediante control electrónico.

A la izquierda se puede ver un anuncio del Chrysler Imperial, el primer automóvil de calle con ABS con control electrónico. A la derecha el funcionamiento de este novedoso sistema con la utilización de 4 ruedas fónicas que permitían conocer en cada cuarto de segundo la velocidad y aceleración angular de las ruedas del vehículo.

El sistema recibía información de cada rueda a través de una pequeña rueda dentada colocada en cada mangueta, que mediante un captor registraba la cantidad de vueltas completas que realizaba la rueda en un tiempo determinado. Este aparato para medir deceleraciones y velocidades angulares es conocido como sensor de rueda fónica. La información era enviada mediante rangos de tensión a las unidades de control, que mediante una placa base de conexiones con transistores y amplificadores se conseguía comparar el valor recibido con un valor fijado de la misma variable medida. Si las deceleraciones y velocidades angulares medidas eran más bajas de dicho valor la unidad de control mandaba una señal eléctrica a una electroválvula que comandaba el caudal de frenos de cada rueda delantera mediante dos servofrenos de vacío, a su vez en el eje trasero se variaba el caudal con la ayuda de otro servofreno.

Cuando pasaba un cuarto de segundo medido por el tiempo de reloj de la unidad electrónica el sistema volvía a comparar las variables medidas por la rueda fónica en ese nuevo instante. Si estas seguían con un valor bajo continuaba la estrangulación, en caso contrario se dejaba de mandar la señal eléctrica a la electroválvula que recuperaba el estado inicial de caudal de líquido de frenos mediante la recuperación de la depresión en el servofreno correspondiente. Como se puede ver hay una comparación cada cuarto de segundo, esto es como si el conductor tuviese que pisar el freno y soltarlo de forma consecutiva 4 veces en un segundo algo totalmente imposible, también lo era para un sistema hidráulico o mecánico como el Maxaret. La consecuencia de esto es la reducción de la longitud de frenada respecto a un sistema electromecánico como el implementado en el Jensen FF.

Ejemplo de rueda fónica, captor, unidad de mando hidráulico y unidad de control electrónico del sistema de ABS Wabco.

Es importante destacar que este ABS medía la velocidad de cada rueda. Esto es, mediante cuatro ruedas fónicas en un circuito de frenos convencional que contaba con 3 electroválvulas imponiendo un control independiente en el eje delantero y un control por selección inferior en el eje trasero. A su vez, Chrysler incorporó un indicador azul con la etiqueta Sure Brake en el cuadro de instrumentos para ayudar a los conductores a comprender el sistema. El indicador se encendía cuando el sistema estaba activo y permanecía encendido para indicar la falta de adherencia.

Aunque el sistema era revolucionario, pasó a los anales de la historia del automóvil ya que los compradores del Imperial querían lujo de la vieja escuela y no tecnología punta. Muchos se negaron a pagar más por lo que consideraban un artilugio inútil y demasiado complicado. A consecuencia de esto y la bancarrota en la que entró Chrysler en 1973 por culpa de la crisis del Yom Kipur, los Imperial dejaron de tener dicho extra disponible desde ese mismo año. Con todo esto, la empresa empezaba a mostrar problemas de rentabilidad tras compras ruinosas como la del grupo Rootes y Simca en Europa. La salida de Lee Iacocca de la Ford Motor Company, incapaz de dialogar con una pared como Henry Ford II, fue la única opción para la Chrysler Corporation que consiguió finalmente salvar los muebles.

Mercedes-Benz y BMW la pugna por ver quién es el primero

Paralelamente a este atrevimiento de Chrysler, otras marcas americanas habían desarrollado sistemas muy parecidos utilizando los mismos principios y sensores de rueda fónica. Los Ford Thunderbird solo en el eje trasero, el Oldsmobile Toronado de GM e incluso el Nissan President empezaron a sacar al mercado, también en 1971, sistemas muy parecidos al de Chrysler. En lo que respecta a Europa marcas como Fiat ese mismo año sacaron al mercado el sistema “Antislittamento” en vehículos industriales con un principio similar.

Continuando en el tiempo en el viejo continente la empresa Bosch había estado colaborando con Wabco para el diseño de un sistema de frenos antibloqueo que llegase a poderse implementar en turismos de marcas europeas a las que proveía de componentes eléctricos y electrónicos. De esta forma, en 1979 tras más de una década de pruebas sale al mercado el primer turismo con este nuevo sistema Bosch-Wabco, el Mercedes-Benz 450SEL 6.9 W116. El sistema y su efectividad no distaba mucho de los modelos que salieron al mercado en 1971 comentados anteriormente, pero se seguía mostrando aparentemente un problema de alargamiento de la frenada respecto a un sistema sin ABS.

A la izquierda publicidad del Mercedes-Benz w116 donde se enfatiza la existencia de un ordenador abordo que permite el control del ABS. A la derecha la unidad de control electrónica y la unidad de control hidráulica con 3 canales, motivo por el cual se pueden ver en la foto 2 captores para las ruedas delanteras y un captor para el eje trasero.

Dicho problema provenía del sistema de frenos implementado en los Mercedes-Benz w116 y w126, ya que el doble circuito era convencional. Esto es, que un circuito actuaba en el eje delantero y el otro en el eje trasero. A consecuencia de esto, se podían utilizar únicamente 3 canales reduciendo así el coste de la unidad de control del ABS, el número de electroválvulas necesarias y a su vez se requerían solamente de 3 ruedas fónicas. De esta forma el eje delantero contaba con control independiente por rueda y el eje trasero contaba con control por selección inferior. Dicha selección toma el valor de adherencia de la rueda trasera con menor valor y la impone a las dos ruedas del mismo eje, así la rueda en peor condición adherente no bloquea, mientras la otra está infrafrenada alargando la frenada de todo el vehículo.

En cuestión de meses, BMW presenta con su nueva serie 7 el sistema ABS de Bosch como un extra entre su equipamiento. A diferencia del Mercedes el sistema de doble circuito era diagonal, permitiendo de esta forma que el ABS pudiese ser de 4 canales con control independiente en las 4 ruedas. Así el bávaro tenía una distancia de frenado más corta que su rival y equiparable a la de los modelos sin ABS. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce…


A la derecha el sistema de frenos de doble circuito diagonal utilizado por BMW y que facilitaba la utilización de un sistema de frenos antibloqueo de 4 canales. A la izquierda publicidad de BMW donde se enfatiza la posibilidad de montar ABS como extra en el nuevo serie 7 E23.

Las videograbaciones de las pruebas realizadas a las mulas de Mercedes y BMW revelaron un comportamiento diferente en situaciones de frenada asimétrica. Mientras el coche con el sistema de 3 canales no rotaba sobre su propio eje al no existir una diferencia de frenada en el eje trasero entre las dos ruedas, el bávaro tendía a rotar por la asimetría de las frenadas de las ruedas traseras. A pesar de ello, en esas situaciones el conductor ya tiene control sobre la dirección al no existir deslizamiento alguno, gracias al ABS, y por tanto podía corregir dicha guiñada. Esto nos lleva a que el Mercedes podía frenar sin la necesidad de volantear por parte del conductor en frenada asimétrica, pero tardaba más en pararse que el BMW.

En cualquier caso, estos dos vehículos son los responsables de la popularidad que en los años 80 llegó a tener el ABS. Este sistema empezó a implementarse en las berlinas, sedanes y compactos, en muchos casos con una plaquita atrás informando así que el vehículo contaba con susodicho sistema. En conclusión, el Mercedes-Benz w116 no fue el primer coche con frenos ABS, pero su heredero sí se convirtió en el primero en contar con algo gracias al ABS…

El Sonderklasse y el concepto de conducción dinámica

Aunque a priori se toma al ABS como un hito en la historia del automóvil, realmente el sistema no supuso una novedad. Como se ha visto, existían ya otros sistemas mecánicos anteriormente que posibilitaban evitar el deslizamiento en la frenada. Sin embargo, hay un elemento del sistema al que poca gente le da importancia y es la rueda fónica.

El desarrollo de este sensor capaz de informar en todo momento sobre la velocidad y aceleración angular de las ruedas, ha supuesto uno de los mayores puntos de inflexión del automóvil en el siglo XX. Gracias a dicha fuente de información, se puede procesar de forma electrónica hoy día la información aportada por el ordenador de abordo desde la autonomía en km a todos los controles de estabilidad, tracción y torque vectoring. Pero claro, todo este desarrollo en asistencias a la conducción no cae del cielo, sino que ha de ser desarrollado por alguna marca que se atreva a dar el paso, ese fue el caso de Mercedes y Bosch al sacar el sistema automático de bloqueo del diferencial en 1985, bajo las siglas ASD.

Esquema seccionado del diferencial autoblocante de Mercedes-Benz, en la foto se puede ver los paquetes de embrague detrás de los planetarios. Dichos embragues son acoplados el mecanismo de aceite a presión que se puede ver en la imagen en caso de que la información revelada por el captor de entrada al diferencial muestre una velocidad y aceleración angular demasiado altas.

Se trata de un diferencial que se podía bloquear al 100% en una fracción de un milisegundo para permitir el arranque incluso en las circunstancias más adversas. Un grupo de multidiscos acoplados en las dos salidas del diferencial trasero hacia los palieres podían acoplarse totalmente y frenar el mecanismo del diferencial, anulando así su efecto. La actuación de dichos multidiscos se realizaba mediante la presión ejercida en ellos por un aceite presurizado por la bomba de la dirección. La aplicación de dicha presión estaba comandada por la unidad de control electrónica que recibía información de una rueda fónica existente a la entrada del diferencial.

El ASD sólo se suministró por un coste adicional para los modelos de seis cilindros 260SE y 300SE/SEL w126. Dependiendo del año de fabricación el ASD solo bloqueaba el diferencial hasta los 26 o 38 km/h. A mayor velocidad dicho sistema no actuaba por los problemas que ello aporta en curva, donde la diferencia de velocidad entre la rueda interior y exterior del eje trasero no existe al anularse el mecanismo diferencial e implicando un arrastre que podía partir incluso los palieres.

A la izquierda la disposición del sistema ASD en un Mercedes-Benz w124 con la necesidad de obtener información a partir de las 3 ruedas fónicas del ABS. También puede verse como toma el aceite de la bomba de la dirección y se almacena en un acumulador cerca del diferencial trasero. En la fotografía derecha se muestra en la parte superior el cuadro de instrumentos con el testigo de peligro encendido si el sistema de ASD, 4Matic o ASR están en funcionamiento. Las imágenes de un w124 y un w116 muestran las bondades del ASR en fuertes aceleraciones con muy baja adherencia.

El plato fuerte aun así de ese 1985 no fue el ASD, sino que fue en su lugar el nuevo “Antriebsschlupfregelung” (ASR). Los modelos 420SE/SEL/SEC, 500SE/SEL/SEC y 560SE/SEL/SEC w126 contaron con este pionero control de tracción electrónico desarrollado por Bosch. El sistema actuaba en consonancia con el ABS compartiendo de hecho las mismas unidades de control, ya que el ASR actuaba frenando el eje trasero en condiciones de tracción con baja adherencia. De esta forma la rueda no patinaba por un exceso de par al iniciar el movimiento. Además, el pedal del acelerador estaba conectado a la unidad de control del ASR/ABS que posibilitaba la modificación de los parámetros de mezcla del motor y consecuentemente reducía el par aportado por el grupo propulsor.

Publicidad de 1985 del Mercedes-Benz w126 destacando ser el primer vehículo que frena para poder acelerar o avanzar mejor gracias al ASR.

Sin embargo, todo progreso trae consigo problemas y es que el ASR era un extra muy caro en los modelos V8 por razones muy justificadas. En primer lugar, los vehículos que contaban con este control de tracción requerían de un control independiente por rueda, algo imposible en el sistema de ABS equipado por los w126 hasta 1985. Este problema obligó a rediseñar el doble circuito de frenos y pasar a un sistema diagonal en el que se pudiera montar un ABS de 4 canales como el que ya equipaban otros modelos a los que Bosch suministraba frenos antibloqueo como el Renault 25 V6 o el BMW Serie 7 E23. Otro problema aparecía al pagar dicho extra y es que si el cliente quería ASR habría de pagar el extra también del ABS obligatoriamente, a un precio más caro que en los modelos de 6 cilindros del w126 con solo 3 canales. Este problema aparecería también el los w124 cuando empezasen a montar como extra el ASR.

Esquema hidráulico de todo el circuito de ABS/ASR en el Mercedes-Benz w126 donde se pueden ver las electroválvulas con válvulas antirretorno en paralelo para gestionar el caudal de líquido de frenos comandado a cada rueda en caso de necesitarse frenar menos para evitar el bloqueo con el ABS o bien necesitarse frenar más para evitar el patinaje con el ASR.

Bosch comenzó a vender este control de tracción a otras marcas como Saab bajo el nombre de TCS. De esta forma se pudo expandir rápidamente un sistema que como el ABS hoy día son elementos que contienen de forma obligatoria todos los vehículos recién salidos de los concesionarios. A estos sistemas de seguridad activa se une el ESP para garantizar el control de la estabilidad del vehículo. Presentado por Bosch en 1995 en el Mercedes-Benz clase S w140 este sistema requiere también del uso de las famosas ruedas fónicas.

Todos estos avances fueron claves para poder dar a Mercedes la oportunidad de seguir diciendo que sus clases S equipan tecnología que en 20 años llevarán los utilitarios y hasta de forma obligatoria. A pesar de esto, la marca alemana no se quedó aquí y trató de sacar aún más jugo a las ruedas fónicas diseñando un sistema de tracción 4 ruedas por control electrónico, el 4Matic.

La Ferguson Formula y el primer 4Matic

Al comienzo de este artículo se comentó la conexión entre el diferencial central de la tracción a las 4 ruedas de Ferguson y el sistema Maxaret de Dunlop en el Jensen FF. Sin embargo, no se entró en detalle a analizar la novedosa tracción a las 4 ruedas que distribuía la tracción de forma simétrica mediante un control automático en condiciones de baja adherencia. Dicho control se realizaba de forma totalmente mecánica con un sistema muy ingenioso.

Esquema de la unidad de control y diferencial central de la Ferguson Formula. El eje trasero era conectado a la corona del diferencial central, el eje de la transmisión al marco portasatélites y el sol se conectaba con el eje delantero mediante unas cadenas. La unidad de control se puede ver al lado izquierdo donde se remarcan los pasadores y las rampas del eje central que desconectaban el sistema para la marcha atrás. También es destacable la conexión del volante de inercia, del sistema de frenos antibloqueo Dunlop Maxaret, al eje de la transmisión mediante ruedas dentadas. Los 6 émbolos que presionan los anillos de presión de los embragues cuentan con unos cajeados en el eje de la unidad que les impide ceder su posición frente a los anillos de presión.

Si se analiza en primera instancia el funcionamiento de este sistema de tracción, se puede observar la presencia de un diferencial central de tipo asimétrico que reparte de forma fija la tracción en el eje delantero, 37% y la tracción en el eje trasero, 63% mediante la utilización de un tren epicicloidal. Esta distribución asimétrica es la que se impone en condiciones de óptima adherencia.

Por otra parte, está montada una unidad de control en paralelo al eje de salida de la caja de cambios. Dicha unidad consta de dos embragues controlados por dos engranajes impulsados ​​desde el eje de salida de la caja de cambios. Cada embrague tiene varios discos, los interiores están unidos a la carcasa central de la unidad y las placas exteriores están sujetas a la carcasa exterior de la unidad de control. Dos anillos de presión con un resorte interno, situados entre los dos embragues multidisco con su extremo radial achaflanado, se apoyan en los extremos achaflanados de seis émbolos radiales. Una ligera presión del resorte entre los anillos asegura que los discos del embrague se mantengan en contacto entre sí. A su vez, entre la carcasa exterior lateral en los extremos de cada embrague y la carcasa lateral de las 2 ruedas de engrane conectadas a las ruedas del eje de la caja de cambios, se encuentran tres bolas que deslizan en rampas formadas en las caras de ambas carcasas.

Teniendo esto en cuenta, la fricción en el paquete de embrague debido a la presión del resorte, hará que la carcasa exterior se retrase con respecto a la velocidad del engranaje de la unidad de control. En condiciones normales, esto asegurará que el embrague no se acople. Sin embargo, si la velocidad del engranaje de control es igual a la de la carcasa exterior de la unidad, las bolas subirán por las rampas y ejercerán un empuje axial que acopla el embrague. La carcasa interior y exterior ahora girarán juntas, de esta forma se bloquean el sol y el portasatélites del tren epicicloidal. Al producirse dicho bloqueo, el eje trasero y delantero tienen un reparto simétrico del par, anulando el efecto del tren epicicloidal.

Esquema seccionado de la unidad de control y diferencial central de la Ferguson Formula en la que se pueden ver las rampas con las bolas en la carcasa lateral de las ruedas dentadas que acoplan cada paquete de embrague al eje de la caja de cambios. Dicho acoplamiento se producía si las aceleraciones angulares del eje delantero o trasero excedían los valores que la inercia de las bolas marcaban.

Se ha de mencionar también que dicho bloqueo acopla efectivamente ambas carcasas de la unidad de control, aunque estas estén funcionando a diferentes velocidades ya que la velocidad de la carcasa interior de la unidad de control es siempre la velocidad del eje delantero del vehículo. Por ello, para permitir diferencias de velocidad admisibles antes del bloqueo en las ruedas, los tiempos de recorrido de las bolas en las pistas no son iguales si la velocidad de las ruedas se incrementa en un eje o en el otro eje del vehículo. Esto es, en caso de que las aceleraciones angulares en las ruedas traseras fuesen mayores que las delanteras dichas aceleraciones se multiplicarían al llegar al eje de la caja de cambios y por tanto las bolas se desplazarían hasta el bloqueo más rápido, al tener gran inercia. Si las aceleraciones angulares de las ruedas en el eje delantero fueran superiores a las del trasero, las aceleraciones angulares vistas en el eje de la caja de cambios serían desmultiplicadas y las bolas se desplazarían hasta el bloqueo de forma más lenta, al tener menor inercia. Este diseño permite que las ruedas delanteras sobrepasen en velocidad a las traseras en un 16,5% y las ruedas traseras sobrepasen a las delanteras en un 5,5%. En caso de que se sobrepasen dichos valores las bolas correrán por las pistas y unirán la carcasa exterior de la unidad a las ruedas de engrane bloqueando el tren epicicloidal tal y como se ha descrito.

Fotografía exterior de la carcasa de todo el diferencial central y unidad de control de la Ferguson Formula. El cable eléctrico que sale de la unidad del sistema Maxaret es el encargado de conectar o desconectar el solenoide de la electroválvula y así reducir o aumentar el caudal de líquido de frenos.

En lo que respecta a la marcha atrás del vehículo, una rueda libre bloquea la actuación del sistema de control. Dicho mecanismo funciona con el eje central de la unidad, la cual en su extremo hacia la caja de cambios contiene unas rampas en la generatriz del eje por las que un pasador sube y se encastra en caso de que las ruedas dentadas empiecen a girar en sentido contrario. Dicho encastre desplaza todo el eje de la unidad de control hacia delante venciendo la fuerza de un muelle del extremo opuesto. En dicho movimiento los 6 émbolos centrales achaflanados y unidos a los anillos de presión se desplazan hacia dentro y permiten la unión de los anillos de presión, separando en gran medida los discos de embrague. De esta forma el mecanismo queda totalmente anulado. Si el vehículo vuelve a moverse hacia delante los pasadores del eje de la unidad descienden por las rampas y el muelle del eje recoloca los 6 émbolos achaflanados, volviendo a juntar los discos de embrague a través de los anillos de presión.

Tras la salida al mercado de este primer sistema automático de control de tracción a las 4 ruedas, otras marcas empezaron a sacar otros sistemas de tracción más simples y totalmente mecánicos. Muchos de ellos con una tracción total permanente simétrica y fija como el sistema implementado por Ford en los Sierra 4x4, pero ninguno de ellos contaba con un control automático que permitiese al vehículo variar la tracción o dotar de la misma en únicamente un eje. Esto cambió con la aparición del diferencial central de acoplamiento viscoso tipo Ferguson, pero sobre todo recurriendo a un control electrónico mediante ruedas fónicas en la 1ª generación del sistema 4Matic de Mercedes-Benz.

Esquema simplificativo del diferencial central de la primera tracción 4 ruedas montada por Mercedes-Benz en sus berlinas. En la fotografía se muestra como el eje delantero se acopla al sol mediante el acoplamiento de los multidiscos número 3, esto permitiría ceder tracción al eje delantero y restársela al trasero. En caso de necesitarse un reparto simétrico la unión entre el sol (eje delantero) y el portasatélites (eje trasero) se realiza con el acoplamiento de los multidiscos número 5, consiguéndose de esta forma un reparto del par motor 50/50.

El diferencial central no se diferencia en gran medida al de la Ferguson Formula de hecho, es también un tren epicicloidal con un reparto asimétrico de la tracción entre los ejes. El cambio aparece en la utilización de un doble portasatélites, para reducir el número de dientes de los satélites, y el acople del eje trasero al portasatélites. De esta forma, se consigue el mismo efecto de mayor tracción al eje trasero, pero se desmultiplica el par respecto de la caja de cambios. En el sistema FF el par del eje trasero se multiplica respecto al aportado por el grupo propulsor provocando graves problemas de rotura de palieres y ejes.

Por otra parte, el nuevo sistema de Mercedes cuenta con la novedad de que el acople del sol al eje delantero contiene un grupo de multidiscos que posibilita la desconexión de par al eje delantero. Gracias a este aspecto, el sol gira loco sin resistencia alguna y desacoplado del eje delantero, llevándose el eje trasero el 100% del par si las condiciones de adherencia son las óptimas.

Esquema de un diferencial central con tren epicicloidal doble utilizado por Mercedes-Benz en los modelos con 4Matic. El sistema de doble marco portasatélites permite reducir el número de dientes de los satélites, así como permite meter más fácilmente el marco portasatélites desde el otro lado del diferencial. La relación de transmisión entre dos satélites en contacto es de 1:1.

En el caso de encontrarse una situación de deslizamiento de ambas ruedas traseras, (si fuese solo una de ellas a baja velocidad sería el ASD el que actuaría bloqueando el diferencial trasero) actuaría el embrague multidisco mencionado, acoplando el sol al eje delantero. De esta forma gracias al tren epicicloidal el eje trasero (marco portasatélites) se lleva el 65% del par y el eje delantero (sol) el 35%. Si la situación no mejora, se activa otro paquete más grande de multidiscos que permite acoplar el marco portasatélites al sol, de esta forma los ejes delanteros y traseros reciben el mismo par del motor 50/50. Si la situación sigue sin mejorar y se está a baja velocidad se acopla el ASD del diferencial trasero bloqueando al mismo.

Cada uno de los tres supuestos se coordina con la información reportada por las dos ruedas fónicas del eje delantero y la rueda fónica de la corona del diferencial trasero. De esta forma, la velocidad de cambio entre los 3 estados del sistema 4Matic se produce en milisegundos gracias a la electrónica a diferencia del control mecánico mucho más lento de la Ferguson Formula. Además, en caso de que el conductor pise el pedal de freno todo el sistema de tracción se resetea al estado de 100% tracción en el eje trasero. Este fenómeno se debe a que la información mandada por las ruedas fónicas pasaría a ser interpretada de forma antagónica, ya que lo que se demanda al aplicar los frenos es que las ruedas no dejen de girar mientras que con el ASR o 4Matic lo demandado es que las ruedas no giren de más.

Esquema seccionado del diferencial central utilizado en los Mercedes-Benz w221 en el que a diferencia del utilizado en los w124 la tracción no puede ser otrogada de forma íntregra al tren trasero. La imagen muestra el reparto de tracción en el caso de óptima adherencia, si fuese necesario el bloqueo del diferencial se habrían de acoplar los discos de embrague número 2 que permiten unir el marco portasatélites y el sol. Los sistemas 4Matic+ permiten que el eje trasero reciba el 100% del par en condiciones de óptima adherencia, pero implica un sobrecoste.

Con la llegada de los diferenciales Torsen y Haldex la variedad de mecanismos de tracción a las 4 ruedas, incluso mediante control hidráulico o mecánico, ha llegado a ser muy amplia y efectiva. Por su parte, el sistema 4Matic siguió fiel a sus orígenes con algunas modificaciones tales como la imposibilidad de dotar al eje trasero del 100% de la tracción.

Finalmente, los sistemas de torque vectoring o el sistema diferencial sport de Audi suponen una evolución aún mayor para mejorar la tracción en condiciones de baja adherencia incluso transfiriendo el par a la rueda contraria de un mismo eje, frenando a la que patina o se acelera respecto de la velocidad del eje. Otras marcas que también han desarrollado sus sistemas de frenos ABS, de control de tracción y de tracción integral no se han tratado en este artículo. Sin embargo, todo esos sistemas no serían posible sin la ayuda del elemento más importante de todos, la rueda fónica. Parece que el mérito muchas veces está en los resultados de un todo y no en las pequeñas partes que forman el todo…

Diferencial utilizado por Audi en los ejes delantero y trasero que permite quitar el par otorgado a un palier si está sobreacelerado o darle par si está infraacelerado respecto del otro palier. El sistema es totalmente mecánico con actuación de un sistema hidráulico que se ve en la parte inferior. Este diferencial Sport es mucho más eficiente que el utilizado por otras marcas como Mercedes-Benz en los AMG Torque Control que usan multidiscos que se acoplan de forma gradual para dar o quitar el par directamente a los palieres.